La
música clásica, como en el caso de todas las bellas artes, no solo consigue
trascender en la emoción humana más universal, sino que es capaz de acercar
nuestro espíritu a lo sublime.
A la música clásica además se le han atribuido efectos terapéuticos que influyen en nuestro cerebro y estado emocional, capaces, por ejemplo, de reducir el estrés o mejorar la concentración.
Estudios científicos afirman que es capaz de modular nuestro estado anímico conduciéndonos a la alegría, así mismo ha resultado beneficiosa en los postoperatorios que siguen a un trasplante ya que es capaz de reducir la ansiedad, el dolor y las náuseas, influye incluso positivamente en nuestro sistema nervioso parasimpático.
A la música clásica además se le han atribuido efectos terapéuticos que influyen en nuestro cerebro y estado emocional, capaces, por ejemplo, de reducir el estrés o mejorar la concentración.
Estudios científicos afirman que es capaz de modular nuestro estado anímico conduciéndonos a la alegría, así mismo ha resultado beneficiosa en los postoperatorios que siguen a un trasplante ya que es capaz de reducir la ansiedad, el dolor y las náuseas, influye incluso positivamente en nuestro sistema nervioso parasimpático.
La
música clásica en un buen antídoto contra el estrés y es capaz de mejorar
nuestro rendimiento. Recientes estudios sobre el conocido “efecto Mozart”
atestiguan que escuchar piezas del célebre compositor mejoraría el razonamiento
espacio-temporal y la memoria a corto plazo, por lo que también se ha empleado
para fomentar el desarrollo cerebral de los niños y de los estudiantes de
idiomas, ya que a nivel cognitivo facilita y es muy utilizada en el aprendizaje
de nuevos idiomas.